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¿Qué es la perspectiva de género?

  • Foto del escritor: Orgulloses
    Orgulloses
  • 29 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 5 may 2020

Por César Gabriel Ortíz


A través del presente documento ofrecemos nuestro análisis sobre la perspectiva de género para, a partir de ella, poder construir políticas públicas ligadas al feminismo. Para abordar el tema, comenzaremos exponiendo el recorrido histórico del concepto de género y su respectiva utilización académica. Asimismo, trabajaremos con datos que muestran las desigualdades objetivas entre varones y mujeres y su articulación con los estudios de género. El enfoque del presente trabajo partirá del concepto de feminismo definido por Diana Maffia en su artículo “Contra las dicotomías: feminismo y epistemología crítica” (2008).


Género, utilización del término y su recorrido histórico


En primer lugar debemos diferenciar sexo de género: sexo es aquello que está ligado a lo biológico, en cambio el género es una construcción social, es decir, que todo comportamiento tanto del hombre como de la mujer se encuentra sesgado por discursos culturales y del poder.


La noción de “género” es un término relativamente reciente en las Ciencias Sociales y fue cambiando el sentido de su utilización a lo largo del tiempo hasta llegar a ser el concepto central de las teorías feministas. La primera vez en utilizarse fue en el campo de la medicina y la psicología: el Dr John Money en 1950 y diez años después Robert Stoller hicieron los primeros cuestionamientos acerca de la diferencia entre sexo y género, llegando a la conclusión de que es más fácil que una persona cambie su sexo a que lo haga con su género. A partir de esto, Stoller conceptualizó una diferencia entre “identidad sexual” e “identidad de género”. Fue recién en 1972 con Anne Oakley Gayle Rubin que se comienza a utilizar la diferencia entre sexo y género para poder explicar que las inequidades entre hombres y mujeres no tienen una base biológica, sino que son producto de las relaciones asimétricas y desiguales entre los géneros, donde las mujeres quedan subordinadas.


“El género es una construcción social e histórica de los contenidos simbólicos de lo femenino y lo masculino en articulación con clase social, etnia, raza, grupos de edad, institucionalidad, etc., a partir de las diferencias biológicas de los sexos”, (Huggin´s, M. 2005: 15).

La historia fue escrita por hombres y éstos, por tanto, son la figura y su representación principal. Entonces llegamos a inferir que la Historia es androcéntrica, es decir, los grandes sucesos históricos fueron relatados, escritos y protagonizados por los varones. Ahora bien, ¿cómo modificar el devenir de los hechos?, ¿de qué manera podemos involucrarnos para que esto no siga ocurriendo?, ¿cuáles serían las intervenciones más óptimas a realizar para que las mujeres tomen el lugar que les corresponda y romper con esa desigualdad que existe entre el varón y la mujer?


Con el fin de responder a estos interrogantes tomaremos como referencia los postulados y formulaciones que plantea Diana Maffía; específicamente definiremos y delimitaremos qué sería tener Perspectiva Feminista (cabe destacar que dicha perspectiva incluye no sólo a las mujeres sino también a los varones).


Según Maffia, D. (2008), ser feminista consiste en atravesar cierto proceso de desarrollo, el cual se divide en tres etapas fundamentales:


  1. Descriptivo: el ser feminista en sentido descriptivo implica necesariamente tomar conciencia y reconocer la desigualdad en la que se encuentran las mujeres ante los hombres. Por lo tanto, este punto es ostensiblemente verificable. Ejemplo: se puede observar claramente que las mujeres no llegan a cargos jerárquicos como la mayoría de los varones.

  2. Prescriptivo: aquí debemos identificar que es una verdadera injusticia que haya desigualdad entre el varón y la mujer. Además, debemos brindar un argumento sólido y contundente de por qué hacemos esta afirmación valorativa. Si bien la desigualdad está múltiplemente determinada podríamos mencionar algunas causas canónicas; retomando el ejemplo previamente empleado, vamos a decir que las mujeres no han llegado a ocupar tantos cargos jerárquicos como sí lo ha hecho el varón, no porque no esté capacitada, sino porque lo social e históricamente construido es que las mujeres se dediquen al cuidado del hogar y de sus hijxs. Esa explicación está estrechamente ligada a las dicotomías que se esfuerzan por circunscribir qué actividades o labores pertenecen exclusivamente a los varones y cuáles atañen únicamente a las mujeres. Frente a esta cuestión podríamos enumerar y describir dos dicotomías que explicitan la desigualdad: (público-privado) y (racional-emocional). - Público-privado. Se ha impuesto en la sociedad que el ser hombre debe estar vinculado con el mundo exterior y de las relaciones interpersonales: trabajo, actividades deportivas, etc. Por lo contrario, el ser mujer se lo relaciona con el mundo interno y de las relaciones interpersonales o mejor dicho familiar: el cuidado del hogar, de los hijos, de los padres, del marido, etc. - Racional-emocional. Los discursos socioculturales han clasificado a los hombres como responsables de importantes actores respecto a la toma de decisiones y encabezadores de grandes debates; y a las mujeres como responsables de la atención psicofísica de las personas. Por eso mismo, estadísticamente hay muchas mujeres desempeñando roles asistenciales en enfermería, terapia ocupacional y roles tales como secretarias, recepcionistas, niñeras, entre otros. A la mujer, además, se la ha etiquetado como un ser sensible, atenta al sufrimiento ajeno, ocultando y/o desestimando su pensamiento crítico, objetivo y reflexivo. Por estos y otros tantos motivos, las pocas mujeres que han llegado a ocupar cargos altos en la escala jerárquica han sido las que han adoptado las mismas políticas -o bien similares- ejecutadas por los hombres. Este hecho vislumbra nítidamente el modo en que los varones se afanan por hacer prevalecer a su especie de la manera más darwiniana, la cual establece que ante los peligros provenientes del exterior aquel que sobrevive es el que mejor se ha adaptado al medio. Entonces, esto indicaría que los hombres ven al movimiento feminista como un peligro hacia su persona y sus derechos, sin tener en cuenta que lo que realmente se busca no es sacarle lo que "les pertenece" sino que se trata de ir por lo que les corresponde a las mujeres. En otras palabras, el feminismo no es un "Boca vs River", sino que es un movimiento que nace bajo el seno de un único objetivo: llegar a la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades entre los distintos géneros.

  3. Práctico: por último, una vez pasadas las anteriores etapas, queda el compromiso de decretarse a unx mismx como feminista: hacer todo lo que esté a mi alcance para no seguir fomentando la desigualdad entre varones y mujeres. Dicho alcance, de acuerdo a Maffía, no recae meramente en salir a las calles y levantar carteles que digan: "arriba el feminismo, abajo el patriarcado". Sino que es un sentido estrictamente práctico, cuya finalidad conlleva a que cada uno de los espacios que unx mismx habite trabaje para no fomentar bajo ningún punto de vista la desigualdad existente entre los géneros. Por otro lado, no sólo se trata de no colaborar en dicha desigualdad sino también de evitarla y llegado el caso de impedirla.

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